Salimos de Madrid el miércoles 23 de febrero a las 14 horas. El viaje fue muy muy largo
y aburrido, de hecho yo vomité, y a mi padre no le hizo mucha gracia. Entrábamos por
la frontera de Andorra pasadas las 7 de la tarde, y no paraba de llover.
Según subíamos la montaña la lluvia se convirtió en nieve, y cuando llegamos a Pas de
la Casa estaba todo completamente nevado, y tuvimos que poner las cadenas para
llegar al apartamento. Por suerte al día acabó bien, cenando una pizza con nuestros
amigos.
Nos juntamos un grupo de 8 niños y unos cuantos padres.
Primer día de esquí: Empezamos las clases y me pusieron en un grupo de nivel medio,
con mi hermano y otro amigo. Fuimos conociendo la estación, pero como es muy
grande no llegamos ni a un cuarto. Lo mejor del día era cuando nos quedábamos todos
los amigos juntos esquiando por la tarde, y luego descansábamos jugando a las tablets.
El segundo día hizo muy buen tiempo e hicimos un slalom, una competición, para ver si
tenían que cambiar los grupos. Yo fui el ganador de mi grupo, y me dieron un trofeo de
oro. Al día siguiente me pusieron en un nivel más alto, y la clase estuvo muy divertida.
El último día hizo muy mal tiempo. Cuando llegábamos arriba del telesilla pegaba un
viento que parecía que te ibas volar y nos pegaba la ventisca en la cara. El monitor
nos llevó por alguna pista negra. Y así tuvimos que despedir la estación.
El viaje de vuelta también se hizo largo y pesado, pero como estábamos cansados,
fuimos durmiendo un buen rato. Andorra me ha parecido un país un poco raro y muy
pequeño. Y mi padre decía que no le caían muy bien los que vivían allí y que además
no pagan impuestos.
Yo espero volver a esquiar el año que viene porque cada vez me gusta más y se me da
mejor.
I.C. (1ºB)